sábado, 25 de noviembre de 2017

CAPITULO 12 . La Historia Continua.




El lunes por la tarde de aquel largo fin de semana, Dayer tenia que verse con un amigo que vivía encima de un bar a pocas calles de su edificio. Pensaba ir a un nuevo restaurante chino que habían inaugurado esa misma semana y después de eso. ¿Quien sabe?, según había dicho el amigo. Pero Dayer llego temprano y no obtuvo respuesta cuando toco el timbre. Deseo salir de ahí lo mas rápido posible ya que el suelo estaba negro de suciedad y vio aparecer una enorme cucaracha por la rendija del suelo. Dayer la aplasto con su zapato y salio de nuevo a la calle. Había sido un día muy cálido pero el calor ya empezaba a desaparecer junto a la luz del dia. Por suerte Dayer había traído con él su chaqueta. Ya volvía a ser época de cargar chaqueta porque prácticamente era navidad. Se acerco a un banco y se sentó a contemplar la puesta del sol y esperar.

Se fijo en el muchacho la segunda vez que paso junto a él, si es que a eso se le puede llamar fijarse. Pensó vagamente que ya lo había visto otras veces pero no recordaba de donde aunque en su mente ya estaba mas que desnudo. Cuando pasó por tercera vez consecutiva, despacio, y miro a Dayer, este levanto los ojos. El muchacho era acuerpado, tenia el cabello castaño claro y unos ojos verdes con unas largas pestañas negras que parecían formar una profunda sombra azulada debajo de sus ojos.
- Amigo - Dijo el muchacho con voz suave, ¿Tienes fuego?. Saco el cigarrillo del bolsillo y lo sostuvo en alto unos momentos antes de colocarlo lenta y deliberadamente entre sus labios, con los ojos fijos en Dayer mientras lo hacia.
- No no teeengo - contesto Dayer - No fumo y tu  tampoco deberías hacerlo, eso es dañino para la salud.
El muchacho se echó a reír. Guardo el cigarrillo en la cajetilla y se sentó en el banco junto a Dayer. Tengo diecisiete dijo el muchacho, volviéndose para mirar a Dayer.
Dayer observo su cuerpo y vio que no existía algún rastro de barba y lo dudo sinceramente. -No importa dijo el muchacho. No necesito fumar y se acomodo en el banco y empezó a contemplar el cielo tal como Dayer lo estaba haciendo, Dayer se dio cuenta de la relajación que tuvo el chico en ese momento. Parecía haberse sumido en una especie de trance o viaje ancestral. Sin embargo a medida que pasaba los segundos, Dayer se dio cuenta por una alarmante tumescencia de sus pantalones y el erizamiento del vello de sus brazos que acusaba la lánguida presencia del muchacho.

Al cabo de unos segundos el muchacho comenzó a canturrear para si, como si se hubiera olvidado que existía algo mas que su presencia en el mundo. Cambio de posición y dejo caer indolentemente las manos sobre su regazo. El muchacho continuo con su tarareo. Empezó a seguir el compás de sus melodías con un suave movimiento de dedo índice y dio la casualidad de que con ello frotaba una y otra vez la protuberancia oculta bajo su cremallera. Dayer se involucro involuntariamente en la situación y cruzo las piernas. El muchacho siguió canturreando y acariciándose mientra miraba al cielo. Dayer lanzo una mirada de soslayo hacia el rostro de expresión soñadora y después hacia la mano que marcaba el compás. Intento ver si algún indicio de endurecimiento bajo su cremallera, luego alzo la vista hacia los soñadores ojos verdes y se sobresalto. El muchacho había vuelto la cara hacia Dayer y la directa inocencia de su mirada pareció llegarle al corazón.

¿Damos un paseo? - Pregunto el muchacho con suavidad.

Dayer miro hacia a uno y el otro lado de la calle. A medida que iba oscureciendo, las aceras se llenaban de mas y mas jóvenes que paseaban lentamente. Su amigo no aparecía pero otras caras conocidas le levantaban la mano y el los ignoraba solo iba detrás de ese muchacho que cantaba al ritmo del compás de su dedo índice. ¿Por que no? - Dijo levantándose. Tuvo que dar un tirón a sus pantalones . El muchacho se echo a andar hacia la bolera mas cercana y Dayer le siguió a cierta distancia, observando la elástica y atlética seguridad de las zancadas del muchacho. Ninguno de los dos trato de entablar conversión. Al cabo de dos manzanas, el muchacho giro hacia la derecha por una calle desierta. Dayer le siguió muy cuidadosamente hasta una gran camioneta dodge recién pintada de un color negro metálico, sobre la puerta del conductor habían unas letras que decían "LA MAQUINA". El muchacho abrió la puerta trasera y subió haciéndole señas a Dayer de que subiera con él y luego cerro la puerta.

Se echo de espalda en el colchón que ocupada todo el suelo de la camioneta y miro a ese chico que había entrado por primera vez a su zona de confort. Entorno los párpado y Dayer contemplo con fascinacion aquella cara ingenua que reflejaba la aparente inocencia de un niño dormido.

- ¿Tienes sueño chico? El muchacho asintió. Cerro los ojos. Después empezó a respirar profundamente y con soñador abandono deslizo  una mano hacia la ingle y empezó a acariciarse. Dayer muy agitado, aparto la mirada en una hamaca de malla que colgaba a un lado de la camioneta había una serie de objetos: Cinturón, cuerda de algodón, y un pañuelo de gran tamaño.
-¿Que es todo esto? Pregunto dayer con un susurro, balanceando la hamaca hasta que choco con la pared. El muchacho no abrió los ojos.
- A veces soy malo - murmuro con voz juvenil que sonó aguda y tímida. Respondió el muchacho
- ¿De veras?  - pregunto Dayer
- Si - Dijo la vocecita con tristeza. El muchacho seguía acariciándose y Dayer vio que su carne joven se hinchaba con cada caricia-. Ahora lo soy añadió.
- ¿De verdad? - Repitió Dayer. Estaba muy aturdido y no podía apartar los ojos de la mano del muchacho.
- Si, Muy Malo - Un tenue gemido escapo de su garganta.- No me permiten... Se me pone muy dura, ¿Lo ve?- Pregunto con voz ahogada.- Tóquela, tóquela.- Dayer lo hizo, y realmente, lo que toco estaba tan duro y lleno de vida. El muchacho gimió y empezó a mover la cadera lentamente mientras Dayer le tocaba a través de la tela de sus vaqueros. - Algunas veces - Susurro el muchacho tienen que atarme las manos... Para evitar que sea malo.
-Ohh.. Eres un chico malo
- Muy Malo... tienen que atarme - Gimió con tristeza. Extendió las manos frente a si, con los ojos abiertos y fijos en Dayer.
Dayer cogió la cuerda de la hamaca y la utilizo para atar las muñecas del muchacho.
-Me temo que tendré que pegarte - Susurro.

No, no - Gimió el muchacho, retrocedimiendose. Dayer le ayudo a incorporarse y le hizo apoyar sobre las manos y las rodillas y arrodillándose detrás de él, le rodeo con sus brazos para desabrocharle los pantalones y bajárselos. Las blancas caderas del muchacho relucieron como marfil a la luz mortecina. Dayer cogió el ancho cintura de cuero de la hamaca y lo dobló.

- Me temo que tendré que pegarte - Susurró
- Oh por favor - Gimió el muchacho. El cinturón doblado se abatió sobre sus blancas nalgas. Produciendo un fuerte sonido, como de cuero sobre cuero. Oh, no me hagas daño - Exclamo el muchacho y Dayer se se inclino hacia adelante para cerrar la mano alrededor del rígido falo y acariciar los testículos sin vello, parecidos a pequeñas nueces. Ambos gimieron en el mismo momento y el muchacho impulso su pene hacia la palma de la mano de Dayer. Fue como si se tocara a si mismo.
- Seré bueno, no me haga daño - Suplico el muchacho profirió un grito y Dayer le pego de nuevo. Dayer jadeado de placer, noto el caliente extraño del pene del muchacho mientras se apresuraba a contenerle con una mano y liberaba su propio e hinchado miembro con la otra. Estaba a punto de penetrarle por detrás, mientras el muchacho con las manos atadas y la cabeza inclinaba gimoteaba y se retorcía contra su mano.


Continuara....

El hacer las cosas bien, o no.

Hola, quiero tomarme este momento para saludarte y felicitarte por todo lo que has logrado.Se que a veces no nos damos el tiempo para agrade...