Después de
entrar a su habitación se tendió sobre su cama, estaba furico consigo mismo por ser tan débil y
tan iluso, por querer que sus padres estuviesen en esa cena y porque en el
fondo las palabras de su hermana le dolieron como una puñalada con un cuchillo
de pescar.
***
Él no quería casarse
con Venecia, simplemente seria como un insulto hacia él mismo, además, siempre
la vio como su hermana, su mejor amiga, su confidente, las cosas no iban a
funcionar por mas que quisiera por eso la dejo ir, así estaban mejor aunque sus
padres sintieran una deshonra por él, nadie lo entendía completamente, no había
conseguido a una persona que lo conociera tan bien como lo pudo hacer Venecia.
Desde esas ultimas semanas se había sentido tan extraño consigo mismo, le
molestaba mucho su vecino, pero había algo en el que le inspiraba esa confianza
y ese entendimiento, sabia que decirle que era bisexual no fue una buena idea,
ahora no podía hacer nada al respecto, esas ultimas semanas aunque no parecía le
habían agradado de una u otro forma, el resto de la noche no seria igual que
las demás, donde las mismas se la pasaba viendo al techo, escuchando música o
leyendo cualquier cosa hasta quedarse dormido. La irá lo consumía, necesitaba
dejar de sentir ese tipo de cosas, ya había superado esa parte de su vida, no entendía
como esos comentario de su hermana le pudieron afectar, no sabia que era lo que
estaba pasando con Alejo, solo quería que sus dos mejores amigos estuvieran ahí
con él para abrazarlos y sentirse seguro, estaba cansado que todos vieran a ese
Dayer duro al cual no le importaba nada, él mismo se destrozaba todas las
noches en su cama pensando que seria de su vida si fuera tomado otras
decisiones, quería el amor de sus padres, quería el amor de Venecia, quería estar
en otro piso, en otra cama, en otro campo de beisbol, quería que las cosas
fueran diferente.
Se levanto de
su cama, ni siquiera se había dado cuenta cuando se había quitado la ropa, se
miro a si mismo en frente al espejo y se dijo:
-Parece mentira que toda la belleza que tengo se pueda desmoronar de la
noche a la mañana, por simples comentarios o por una persona.
Siguió caminando por toda la habitación
y se dio cuenta que por su ventana entraba una cálida luz de la luna que se encontraba
en el aposento del cielo, se paro allí entre esa luz y su piso y todo su cuerpo
se alumbro, se sintió por un momento un trofeo de oro. ¿Sera que para eso sus
padres lo tuvieron? Para ser un trofeo de sus inversiones, ese casamiento con
Venecia atraería muchísimos negocio y el dinero caería del cielo como caen las
hojas en otoño, de la nada se dio cuenta que estaba llorando, no quería ser
quien era, no poseía ya la misma madurez de antes, parecía que el chico que
estaba al lado de su habitación el cual se hacia llamar Alejo era mas maduro y
centrado que él mismo.
Él si era un trofeo de verdad,
aunque no lo fuera, valía mucho oro y eso se agradecía, saco de su colchón un
pequeño cuaderno marrón con amarillo y comenzó a escribir…
***
Me gusta el café con 2 terrones
de azúcar, me encantan las noches solitarias donde estoy pensando cualquier
cosa menos en tu presencia, debo admitir que el café no me gusta tanto como tus
besos, esa combinación de placeres que siento al levantarme y encender un
cigarrillo, abrir la ventana para que el sol entre e ilumine los malos
recuerdos que de mi cabeza salen y se acorralan en cada espacio de mi piso, lo único
dulce que tengo lo suministro en cada terrón que entra por el agujero de la
taza aunque si por mi fuera tomara el café negro y doble así como mi corazón esta
en estos momentos. Odio las despedidas, las detesto, odio no saber que hacer en
algunos momentos, algunas veces puedo odiar las decisiones incorrecta que he
tomado, el príncipe azul de ese cuento de hada es tan diferente a mi, no soy
solo una capa y un caballo blanco, soy una persona que siente que se engaña en
las mañana para no llorar porque sus padres no están con él, estoy buscando un
cuento diferente, un cuento donde nadie calle el amor que siente, donde el
equipo de béisbol sea mas sincero, donde el entrenador sea un poco mas sensible y
se de cuenta que somos jóvenes, que nos enamoramos, sentimos, lloramos y reímos.
Simplemente quiero estar en ese mismo lugar donde todo comenzó con un si, un
saludo, una mano extendida y una oportunidad para amar. Quiero un café con 6
terrones de azúcar esta vez con una dosis más fuerte de la que estoy
acostumbrado, ¿Cuántas personas enamoradas compartirán un café o una noche de pasión?
Cuantas personas se estarán besando en estos momentos y dejando la presencia de
algunos en la cama de otros, todos necesitan besos sinceros, esos besos que se
dan bajo la noche y sabanas calidad donde lo único que importa son esos cuerpos
cálidos que dan seguridad y confort. Envidiaba mucho a ese tal Alejo, el
transpiraba confianza, dulzura y sobre todo seguridad, cosas que él no poseía,
cosas que no se aprenden todos los días si
no aprendiendo de cada una de las fallas. Aplaudamos las victorias de
las demás personas, seamos tan victoriosos como ellos, esa voluntad que tienen
para levantarse un dia y así el mundo se le este cayendo siguen adelante como
si nada, no se donde estoy en estos momentos, no se que es lo que estoy
sintiendo ni porque lo estoy haciendo, estoy tan confundido, solo quiero que
alguien venga a tocar la puerta en estos momentos y que su perfume inunde toda
mi habitación para que aunque no se de cuenta sonreír a solas por sus locuras,
comentarios o gracia que son tan espontaneas de una sola persona.
Cerró su cuaderno y se lanzo
nuevamente contra su cama hasta que lo único que pudo despertar fue el sol que
se colaba por la ventana con el sonido de unos nudillos en su puerta…
***
Al abrir su puerta se
quedo impresionado, era Alejo quien se encontraba tocando, lo miro con tanto
odio y le pregunto - ¿Qué quieres?.
Alejo solo le dijo:
Quiero hablar contigo, anoche termine de leer el libro, ¿Puedo saber por que me
lo regalaste? ¿Hay tantas cosas que quiero saber, quieres ir a desayunar?.
Dayer lo miro con tanta seriedad
y lo único que le salió de sus labios
fue un “Lárgate” y la puerta se cerro en la cara del pobre chico que solamente quería
desayunar con la persona que lo había echo feliz con tan solo regalarle un
libro.
Se coloco detrás de la puerta dándole
la espalda a la misma, sonrió y dijo: Tanta dulzura e inocencia no puede vivir
en una misma persona, debería ser un delito pensarte tanto Alejo mientras que
en el otro lado de la puerta se encontraba un chico con tanta rabia que lo único
que dijo fue:
ALGÚN DÍA YO TE HARÉ LO MISMO, PERO AHORA SOLO QUIERO GANARME TU
CONFIANZA PORQUE AUNQUE NO SEA CENICIENTA NI ESTO SEA UN BAILE PODRE IRME A MI
CASA ANTES DE LAS 12 Y TU ME BUSCARAS POR TODA LA CIUDAD Y YO NO TE ESTARÉ
ESPERANDO.
Te quiero Dayer aunque no se si tu me quieras a mi, pero algún dia lo harás
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